Por Celia Hart Santamaria
Era sábado en la mañana. El cielo se oscurecía por momentos anunciando la llegada del ``norte´´. Miriam, con su paciente obsesión, me había llamado durante las últimas semanas para que no dejara de ir a lo que suponía la conmemoración del 49 Aniversario de la salida de la cárcel de mujeres por mi mamá y Melba Hernández. La guagua ya esperaba, y el grupo de combatientes era nutrido y demasiado alegre para tener un promedio de edad cercano a los 70 años.