Cual magia del destino, llevo mucho de Haydeé. Compartimos los mismos medicamentos para el asma, la espalda encorvada como quien trata de esconderse, la predicción por girasoles, el gusto por el arte aún sin saber nada sobre este, una tristeza que a ratos nos circunda, la fe infinita en el amor, la afición por la pelota y de cuando en vez, un pensamiento suicida. A pesar del más de medio siglo que separa nuestras generaciones, sin ni siquiera imaginarnos la una a la otra, un “insignificante” poblado al suroeste de la región oriental, nos unió para siempre.