Diviso en la lontananza unos navíos con sus
mástiles y sus banderas en el tope del asta y vuelvo a pensar en los elevados
afanes patrióticos de Haydee Santamaría.
Caminaba sobre la tierra y
vi una montaña cuya grandeza era tan elevaba que desafiaba las nubes sin
lastimarlas. Seguí extasiado observando con celo aquel romance mórbido entre la
montaña y las nubes. En ese preciso instante la excitación que me producía la
fuerza de la pasión me hizo despertar de aquel sueño y al volver a la realidad
me encontré con la prestancia de un símbolo épico que con su coraje y su
extraordinario valor de mujer aferrada a sus ideales dio cátedras de
consistencia en el centro del campo de batalla de sus convicciones.