Menos mal que
existe
los que no
tienen nada que perder,
ni siquiera la
muerte.
. . . . . . . .
. . . . . . . . . .
Se mueren
sin decir de qué
muerte,
sabiendo
que en la gloria
también se está muerto.
Silvio Rodríguez (1)
Después
de tantos años, todavía Mama nos moviliza a mi hermano y a mí con su presencia.
Sin hablar, Abel (2) y yo sentimos latir su corazón en cada pieza que salió de
su casa; y percibimos que su criterio, agudo e inteligente, es el que cambia
una comadrita (3) o un florero de sitio. Cuanto tenemos, no nos ha pertenecido
nunca; no heredamos nada; de alguna forma, ella así lo dispuso y así fue. El
amor y la fuerza con que concebía todo, protege su propiedad. Su estirpe es más
dimensionada que la de los revolucionarios, y sí que fue revolucionaria.