Con Silvio |
Por Silvio Rodríguez
Publicado en
el periódico Ahora, el 5 de febrero de 1989.
Conocí
personalmente a Haydée, me parece que a principios de 1968. Supongo que en
enero, porque en febrero fue que hicimos la primera actividad en Casa de las
Américas. Unos días antes nos habíamos encontrado allí mismo para proyectar el
concierto aquel, que según se dice, fue el estreno de la Nueva Trova como
movimiento.
Por aquel
entonces, el grupito de trovadores que éramos confrontábamos algunas
dificultades: por un lado generacionales, y por otro lado, de incomprensiones
pudiera decirse que políticas. Luchábamos porque se reconociera la legitimidad
de nuestro canto; por probar que era válido ser jóvenes y tener opiniones,
aunque algunas de estas opiniones fueran expresadas a veces con cierta
desmesura, cosa que al fin y al cabo también suele caracterizar a los jóvenes.
Con varios trovadore |
Cuando
Haydée se enteró de todo esto y escuchó nuestras canciones, inmediatamente nos
llamó para brindarnos la Casa de las Américas como una tribuna o como una sede
de nuestras actividades. Esto no sólo nos permitió tener un sitio donde cantar,
sino que nos puso en contacto con la cultura de América Latina, y con sus
creadores más revolucionarios y comprometidos. Algunos de estos creadores, como
Roque Dalton o Paco Urondo, después no sólo trascienden por su calidad
artística, sino que son parte de los mártires que abonan la causa de la
liberación latinoamericana.
Más tarde
nos hicimos muy amigos y comenzamos a trabajar, durante años, en varios
proyectos, en diferentes colaboraciones. Hicimos programas de televisión,
conciertos conmemorativos, de solidaridad, tanto entre cubanos solamente, como
entre cubanos y cantores o artistas de Latinoamérica y el resto del mundo. También
hicimos algunos discos y es imposible que se olvide que el primer disco donde
quedan registradas canciones de la Nueva Trova fue un disco editado por Casa de
las Américas, inspirado y alentado por Haydée Santamaría.
Con varios trovadores |
También
hicimos otros discos, pero uno que recuerdo con especial sentimiento fue el que
ella ideó (prácticamente fue la productora de aquel disco) sobre un aniversario
del Moncada. En aquella ocasión Noel Nicola, Pablo Milanés y yo nos reunimos en
su casa para oírle contar cosas que pasaron en las vísperas del asalto al
Cuartel Moncada. Nos contó las distintas historias personales de los asaltantes
y sus características también. Hablaba de Abel y de todos con tanta poesía, que
eso fue lo que inspiró la Canción del elegido.
Después se
me ha querido dar mérito por el lenguaje de esa canción, y yo creo que en gran
medida se debe a la forma en que hablaba Yeyé. Y es muy satisfactorio para mí
que esa canción sea tan conocida en tantos pueblos, sobre todo, en los pueblos
de Nuestra América, porque es una canción que en gran medida es ella, que amaba
tanto a los pueblos y a sus luchas.
Todas esas
cosas eran muy fácil de aprender con Haydée, nada más que de andar un ratico
con ella. Ella fue una gran maestra, una gran madre cariñosa, inteligente. Y algo
que le agradezco mucho es haberme hablado de los héroes legendarios como seres
humanos y no como mitos, porque eso me hizo dar cuenta de que eran personas
como uno mismo, con actitudes que se podían imitar, y que sus ejemplos no eran
cosas de dioses inaccesibles, sino de conducta humana, pero conducta posible
para quien se lo propusiera y fuera capaz.
A Haydée
siempre le gustaba hacer bromas; siempre estaba haciendo bromas; recuerdo que
un 31 de diciembre se disfrazó de fantasma, se cubrió con una sábana y se puso
una linterna bajo la barbilla, apagó las luces y se le apareció a Noel que
estaba dormido en un sofá.
Con Julio Cortázar |
La última
vez que vi a Julio Cortázar, estábamos desayunando con Yeyé y ella se puso de
acuerdo conmigo para hacerle una broma a Julio, que andaba en bicicleta con su
mujer por toda la Habana. La cosa era que yo le tenía que decir a Julio que me
hacía falta una bicicleta para ver qué él decía. Le pedí la bicicleta, y él, de
lo más amable, enseguida me brindó la suya; y Yeyé como… vaya: muerta de risa.
También
recuerdo cuando Vicente Feliú, Augusto Blanca, Lázaro García y Sareskita
Escalona cayeron presos en Bolivia y los empezaron a maltratar; se creó una
especie de Estado Mayor que Haydée organizó y dirigió personalmente en la Casa.
Y desde allí se llamó a todo el mundo para que diferentes personalidades
divulgaran la situación y exigieran la liberación de esos compañeros.
La
solidaridad y el amor fueron constantes en Haydée.
Yo me siento
parte de la obra de Haydée. Creo que lo soy en lo general y en lo particular.
En lo general, porque me siento hijo de la Revolución que ella regó con su
juventud, con su esfuerzo, con sus lágrimas, con su dolor y por supuesto que
también con su alegría y con su esperanza. También porque una vez me dijo que
“Fidel era el Sol” y eso se me quedó grabado.
Y en lo
particular, porque soy trovador de una generación de trovadores que le deben
muchísimo a Haydée.
Muy a
menudo, tremendamente a menudo, ante el aplauso de miles de personas o ante
cualquier éxito o reconocimiento, me acuerdo de ella, y en ese instante hago un
tributo de gratitud y de compromiso a su memoria.
Estas
palabras de Silvio Rodríguez recordando a Haydée Santamaría están incluidas en
el disco Homenaje a una heroína de la Patria, editado por Casa de las
Américas.
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